lunes, 22 de diciembre de 2008

Que trata de la conversación telefónica sobre la «cibercita»

Anoche llamé a mi «cibercita» para ver qué tal andaba. El martes pasado habíamos quedado en vernos, pero no habíamos concretado ni el lugar ni la hora.

La cuestión es que en medio de nuestra conversación, de improviso, surgió un comentario que me dejó helado.

– Vieras que la vieja del lugar de las hamburguesas me cayó mal.

– ¿Quién, la muchacha que me atendió?

– No, no, la que llegó cuando usted estaba comiendo.

– ¿Cómo así?, si ni siquiera nos alzó a ver (yo por dentro: estaba riquísima).

– Tal vez a usted no, pero desde que llegó, a mí solo hacerme caras.

– ¡Claro que no!, si usted hasta de espaldas estaba (por dicha usted no se dio cuenta que yo estuve atento en todo instante de lo que muchacha hacía... sobre todo esos ojos tan bonitos, con movimientos picarones... ¡ahhhh...! ¿volveré a verla?).

– Ay, no sé, tal vez sea ilusión mía, pero me cayó mal de todas formas.

– ¡Qué varas las suyas! (y qué varas las mías, habérmela encontrado a ella hasta ese día, y tras de todo con aminovio/familar/lo que fuera...).


¡Así es la vida!

2 comentarios:

U.A.S dijo...

Las mujeres tienen un sexto sentido... EL ODIO

Evicted Aussie dijo...

¡Ja, ja, ja!... ¡Me agüevás!