viernes, 29 de enero de 2010

Némesis

El destino nos hizo encontrarnos. Vi sus ojos temerosos pero su malicia en el alma y supe que delante de mí había un agazapado. Coincidimos en un curso libre que no dejó conocimientos mas sí gratas experiencias y momentos increíbles en compañía de personas geniales. No éramos del mismo grupo y el único día que fui a su clase no estuvo allí.

Siempre he dicho que la gente cae mal o aburre. Y creí que en su caso sería lo segundo.

Gracias a los cotilleos entre pasillos me enteré que estudiaba mi carrera solo que iba en primer año. “¡Gran cosa!”, pensé.

Más tarde supe que era amigo de un conocido y que se llevaban muy bien. Siempre quise tener amistad con este otro porque me parecía un tipo pura vida y cool. Nunca lo intenté por jugar de interesante y para no parecer sobrado.

A raíz de esta amistad, el susodicho logró hacerse con uno de los puestos que siempre quise cuando estaba en la U. Nunca lo intenté porque daba por sentado el fracaso y porque, sinceramente, no me sentía apto para la tarea.

Así, poco a poco y sin darme cuenta el carajillo se fue colando entre mi círculo social. De la noche a la mañana se fue incorporando con uno, con la otra y también otro más.

Creo que llegué a enterarme cuando era muy tarde. No fue sino hasta que lo vi en una cita con quien considero el amor de mi vida. Saltó entonces la pregunta: ¿quién es este mocoso que se da la atribución de mortificarme y meterse en mis asuntos sin yo habérselo pedido?

OK, estamos en un país “libre” y cada cual puede relacionarse con quien le venga en gana, en eso estamos de acuerdo. Pero, ¿por qué coños donde sea que convengamos logra todo aquello que yo alguna vez me propuse?

A lo mejor es por esto que me repugna tanto. Y quizás sea su aventamiento lo que a mí me faltó para ser como él. Y tal vez mi juventud deslucida resiente no haber sido tan esplendorosa como la que él parece tener.

Lo más irónico de todo es que nunca le he dirigido la palabra. Sé su nombre y pare de contar. Reconozco, no obstante, que dondequiera que vaya será mejor que yo y no puedo sino sentirme apocado ante su presencia. Sí, qué patético... ¡sometido por un escuincle!

A veces cuando recapacito me cuestiono si quizás al hablarle pueda romper este karma, esta broma que el destino me gasta cada vez que nos encontramos. Porque de todas maneras estaría bien seguir aquel consejo de: keep your friends close and your enemies closer.

domingo, 24 de enero de 2010

Un imbécil sí y sí...

Quiero dedicarle esto a un hombre muy especial a quien le faltan muchas cromosomas y le sobran muchas deficiencias.


Aunque salga alguien con vituperios, creyéndose sabio o con el mínimo de inteligencia y escribiendo no con el cerebro sino con la otra cabeza o glande, aseguro y doy fe que José Moreno Gómez es el mentecato más pelele en la historia costarricense. No me gustan los hombres que se hacen pasar por humanos cuando no son más que escoria del mundo.

Es más, detrás de cada insensato de gran envergadura hay una infancia muy triste y una mente atrofiada que no logra ver que las grandes e importantes decisiones en la historia de una tribu, de un grupo, de una comunidad o de una nación han sido y serán llevadas a término por hombres y mujeres en porcentajes de 50% cada cual. Esa es y será la imagen correcta de las cosas aún cuando haya retardados que crean que el Sol, los planetas y las constelaciones giran alrededor de la Tierra.

¡Los hombres así debieron haber nacido mudos o sin lengua para no esparcir su ignorancia por el mundo!

jueves, 21 de enero de 2010

Mejor solo que mal acompañado

Le preguntaba emocionado a todo el mundo: ¿Vamos al concierto del sábado?

Previo a alguna respuesta, en las caras de dibujaban gestos de incredulidad o de "¿me está vacilando!". Pero mi rostro de emoción y la mirada fija segundos después demostraba lo contrario.

La réplica siempre era la misma: "No". Así fue desde el primer día hasta el último. La disyuntiva fue fácil: iba solo o no iba.

Finalmente decidí irme solo. Llegué y me encontré a una ex compañera del cole. No me sentí muy a gusto y me fui a comprar algo de tomar. Cuando después del 20 minutos logré hacerme con el trago, vi en un sitio estratégico a una conocida a quien estimo mucho (pese a que es católica empedernida y liberacionista).

Y como a los tontos ni Dios los quiere, me aproveché de las circunstancias y me colé. Me presentó al novio, les ofreció un par de sonrisas, me hice el ruso y ahí me quedé.

Fue así como pude disfrutar de un brevísimo pero perreador concierto de El Patrón en las fiestas de Palmares 2010.