miércoles, 17 de diciembre de 2008

De lo que le sucedió a Andrés cuando acudió a una «cibercita»

Ayer tuve una cita, digamos.

Toqué fondo, por decirlo de alguna manera. Cuando pensaba que había llegado al más alto nivel de patetismo, superé mi marca.

Toda mi vida critiqué a la gente que arreglaba encuentros por internet pues me parecía demasiado perdedor (a no ser que se buscara como acostarse con alguien, cuando el adjetivo cambiaba a «peligroso»). El hecho es que resultó mucho mejor de lo que pensaba. La persona en cuestión terminó siendo una muy grata compañía. Fuimos al cine a ver la peor película que yo haya visto desde el martirio que fue Otoño en Nueva York: una tragicomedia titulada Buscando a Amanda. Luego de las disculpas del caso por tan importuna elección, nos dirigimos a comernos algo. Yo sabía de un restaurante con sabor a pubertad que iría muy bien con mi acompañante, que tenía un rostro de adolescente y una conversación cargada de inocencia.

Hasta ahí todo bien.

Sin embargo, cuando iba a medio camino de mi hamburguesa de dos pisos, llegó otra pareja al local. Era dos chiquillos de no más de 20 años (considerando lo ciego que soy, probablemente eran colegiales), nada del otro mundo, así que ni les presté atención.

Seguí en lo mío y de repente el mocoso se fue a sentar en la mesa de adelante, dándome la espalda. La niña se quedó pagando en la caja. Habiendo hecho esto, fue a sentarse de frente a su amigo/novio/familiar/lo que sea, por lo cual quedó de frente a mí.

Como dije antes, al ver de reojo a los dos culicagados tan «comunes» continué mi conversación sin retrasarme a observarlos con detenimiento. Pero en cierto momento, noté las facciones de la joven y me quedé prendidísimo. ¡Dios mío, era una muñeca! La cosa es que yo tengo algo por los rasgos estilo mediterráneo, especialmente por los que tienen un aire italiano. La señorita me recordó a alguna modelo o conductora que no supe concretar, quizás tenía un cierto parecido con Anna Tatangelo. A partir de entonces no pude dejar de mirarla.

Al notar mi estupefacción –que fijo era BASTANTE evidente– la joven empezó a hacer esas cosas que hacen las mujeres y que lo dejan a uno confundido (en especial cuando uno está en su cita)... fue lo más incómodo del mundo; yo ni sabía cómo reaccionar. De repente, estaba en un programa de estos de MTV al mejor estilo de Next solo que observando de primera mano a la siguiente concursante y deseando pronunciar las palabras mágicas para iniciar la segunda etapa.

Pero nada pasó, obviamente. Me sentí medio mal con la cita inicial por ese desliz (¿será que se dio cuenta?) y, además, no podía realizar ninguna jugada sin conocer de antemano si el mae con el que la otra andaba era su novio o en qué plan marchaban.

Posteriormente, continué con mis aspiraciones preliminares y la número 1 fue estuvo bien. Nos fuimos a tomar algo y luego nos encaminamos rumbo a su parada de bus, para luego yo hacer lo propio. En el ínterin, departimos de manera típica en estas circunstancias. Claro, que al final no logramos determinar si aquella tarde-noche podría clasificarse como nuestra «primera cita» ya que los dos éramos nuevos en estos «ciberencuentros» y desconocíamos el protocolo pertinente. Igual quedamos en vernos en otra oportunidad.

En todo caso, el asunto acá es que hoy me desperté y no le logrado quitarme de la cabeza la imagen de la chica del restaurante. Siento un remordimiento de conciencia terrible, pero es que en temas del corazón, la razón no entiende.

5 comentarios:

U.A.S dijo...

Qué bárbaro... Pero eso de los encuentros cibernéticos no es tan peor. Tal vez es mejor meterse y hablar con gente sin buscar nada más que una conversación agradable (tal vez no es la mejor manera de tener una cita... seré superficial, pero la apariencia sí es importante).

Tal vez es lo bueno de ser gay... los dos babeamos por las mismas personas (kinda). Así, no pasa eso que le pasó a ud... Pero bueno, suerte con eso!!

Unknown dijo...

me encantó el post... incómodo pero cotidiano.. ya pues,no había nada q hacerle...cierto?

Evicted Aussie dijo...

UAS: Yo lo admito, yo soy jarcor superficial, es decir, si no siento atracción hacia la persona con la que estoy saliendo o pretendo salir, me da como pereza...

Iuuuugggghhhhh: Demasiadas gracias por pasar y dejar un comentario, digamos que pensé que usted se había olvidado de mí XXX (besos, no como las pelis).

Avy Faingezicht dijo...

Interesante historia, pero no creo que te pase solo a vos! jaja

Evicted Aussie dijo...

Avy: Gracias por pasar por acá, en serio ;) ... quizás no me pase solo a mí, pero nunca he escuchado sobre nadie que le haya pasado... ¡ja, ja, ja!