Bueno, resulta que hoy, 30 de noviembre, es el día de mi santo, san Andrés apóstol. Quizás sea raro ver cómo en medio de la locura que es mi mente quede algún remilgo de piedad católica. Pero sí, así es.
Nunca olvidaré aquella mañana en la que mi tía Ceci llegó a felicitarme después de misa pues era mi onomástico. Desde aquel entonces y hasta ahora, celebro con devoción al pescador hermano de Pedro, primer obispo de Roma. A él se lo considera el segundo entre los seguidores de Jesús... ¡vaya a ver qué distinción la de mi mártir!
Muchas veces me he encontrado a mí mismo preguntándome por qué carajos sigo con esa «tradición», pero es que la verdad sigo siendo devoto. Soy un fiel seguidor de hacer novenas, al punto que hasta tengo favoritas: la del Divino Niño y la de san Judas Tadeo. Lo hago porque siempre que les pido algo se me cumplen las solicitudes. Solo con san Antonio no he tenido suerte: de hecho he llegado a la conclusión que el mae me detesta y pienso que incluso si le ruego hacerme un match tengo seguro que la relación no se va a dar.
Ahora mi mamá me está insistiendo en que le rece a san Pancracio para que encuentre trabajo... pero la verdad yo solo a mis dos preferidos les tengo fe.
Bueno, ya les conté uno de mis secretos, ¡espero que su aprecio hacia mí se mantenga inalterado!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario