jueves, 27 de noviembre de 2008

A Rosa Isela Castillo Cordero

Estimada jueza:

A través de la presente quiero informarle que usted está total discapacitada para ejercer su cargo. Desconozco qué elementos la motivaron a llevar a cabo semejante decisión; sin embargo, me cuesta pensar que una persona con su historial académico tenga suficientes argumentos para haberlo dejado libre.

Gracias a usted, señora, más y más hombres en este país se sentirán en el derecho de golpear a sus compañeras o esposas, simplemente porque les place o por cualquier otra razón que haya de por medio. Independientemente de esto, me uno a tantas voces en Costa Rica que claman por un castigo acorde a los hechos acaecidos. Digo, porque más allá de ser una mujer, doña Ana Ruth Campos Esquivel es un ser humano que vio comprometida su integridad física por un sujeto que ya anteriormente había representado un peligro para su vida.

Todo apunta a que usted no tuvo miramiento alguno en estos antecedentes y decidió liberar a un asesino en potencia. Dios no lo quiera, pero sería lamentable que la encontrase a usted por la calle...

Le repito, desconozco que la llevó a usted a tomar su decisión; pero sí puedo decirle que al menos desde donde estoy usted no merece su cargo e incluso debería, como mínimo, pagar con prisión el tiempo que dejó libre a un rufián de la peor calaña.

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