viernes, 17 de julio de 2009

Apuntes sobre escatología y sobre yoga

Ayer fue un día bastante peculiar. Desde el momento en que me subí al autobús sucedió un montón de cosas del que en realidad no me percaté sino hasta al final del viaje. Resultó que apenas se montó en el vehículo, un carajillo botó el rancho en medio pasillo.

Yo, por mi parte y como siempre, llegué como desesperado buscando un lugar con tal de no irme de pie. Obviamente, ni me percaté del tema y me senté en el primer asiento disponible (lamento desilusionarlos, pero no me senté en la regurgitación ni en sus cercanías). Pasaron los minutos y yo como si nada. De repente, percibí un olor a rancio pero no le presté importancia dado que cuando uno pasa mucho tiempo en el transporte público su nariz se vuelve inmune a los tufos de procedencia desconocida.

Fue gracias al delirio de confite Frutini de una señora que me di cuenta de lo que acontecía. Bueno, a eso y a que dijo: "Fulanita, cuidado se para en el papel que está en el pasillo". Más claro ni el agua.

Pues bueno, en este entonces faltaban 3 paradas para llegar a mi destino (lo cual, en términos del autobús de Palmares no significa ni 2 km) y no encontré razón válida para vomitarme yo también.

Y nada, me fui al trabajo y todo con la normalidad del caso. "Señora, ¿cómo son sus heces: duras, redondeadas y oscuras?", "Mamá, ¿cuántos pañales diarios ensucia su hijo?", "¿Le sale algún líquido de su vagina?", "¿Ha notado pus en la zona de la incisión?"...

Para acabar el día, en la zona en la que trabajo siempre hay un indigente sentado en una silla de ruedas. Su piel está morada de llevar sol y a veces cuando paso cerca de él en la parada, murmura algo entre dientes que bien suena como una madreada. Como sea, la vara es que en cuando me enrumbaba a la segunda parte de mi periplo autobusístico, vi la silla de ruedas sola al lado de un campo de zacate. Sabía que el señor debía estar por ahí y despistadamente husmeé en los alrededores. Un poco más cerca de donde yo estaba, se hallaba una chaqueta grande y gris tirada en el suelo... Unos metros más allá el pobre hombre caído y como muerto. Hice intentos de acercármele pero observé una mancha café misteriosamente ubicada en la camiseta blanca del susodicho me persuadió de lo contrario. Así las cosas, hice las del Melquíades y hui por la derecha.

Sé que soy un ser humano realmente detestable que debió anteponer su asco excepcional con tal de socorrer a su semejante pero en circunstancias como esta, pero no es menos cierto que en tal envergadura no queda más que seguir al pie de la letra la canción de María Isabel.

A eso de las 8 de la noche fue a mi primer clase de yoga en la vida. En el momento estuvo fuerte pero tampoco fue la gran cosa. Eso sí, la sudada fue algo de otro mundo, como si tuviera un tubo en la coronilla. Al verme así y casi al final de la clase, la instructora me puso un pañito como con desinfectante al lado por lo que pensé que de seguro olía yo tan mal que tuvo que buscar algo para aplacar los hedores corporales. Lo que no sabía yo es que era un pedazo de tela con esencias para ayudar a relajarse (sí, soy un polo, ¿y qué?).

Y es que, díganme, después de semejante jornada tan llena de fluidos corporales de tan variada procedencia, ¿quién iba a culparme?

3 comentarios:

Gyed dijo...

Mmm, di no se ayudarle al mae de la silla de ruedas hubiera sido muy buen Karma, pero la verdad es que yo hubiera hecho lo mismo, que tu XD(si, no me enorgullezco por reconocerlo)
Y el yoga es muy tuanis, sobre todo mentalmente sale uno sintiendose super!!!

U.A.S dijo...

Iak... Diay, llenarse de obrada no es muy agradable, menos de indigente, es que qué puede hacer uno? Una vez ayudé a un viejito cuya jareta se habia quedado pegada en un alambre de puas... Pero casi llegué a lavarme con agua hirviendo

Evicted Aussie dijo...

Gyed: Definitivamente sería un buen karma, pero fue uno desperdiciado.

UAS: O sea, mae, aún si fuera la caca de Nicole Kidman no le ayudaría... ¡me moriría del asco!

* Nota al pie de página: El indigente se hizo con la parada de buses cercana adonde lo encontré y ahora la convirtió en su casa.