domingo, 8 de marzo de 2009

Mi primera vez…

Ella me había dicho que quería hacer su fiesta de cumpleaños en un bar gay. No pude sino extrañarme por esa obsesión de las mujeres por los hombres homosexuales. Aún así no le puse peros al asunto y decidí acompañarla.

Era viernes por la noche, pero yo lo sentía como un sábado a la misma hora, dado mi horario de trabajo.

Llegué al sitio un poco después de lo esperado, puesto que el bus para San José centro tardó mucho en llegar. Me bajé con un temor extraño, tanto por el miedo a la zona en donde está ubicado el local como por la expectativa de lo que podría pasar.

Debo confesar que tenía un prejuicio enorme sobre este tipo de establecimientos. Bueno, más que eso, era una idea sobre la gente que acudía a ellos. Nuevamente, las perspectivas hollywoodenses obnubilaban mi razón: creía que iba a encontrarme con un grupo de maes como salidos de revista, ataviados a la última moda y con cuerpos esculpidos de gimnasio. Pero ese no fue el caso.

Entré y descubrí a los concurrentes al cumpleaños sentados en la primera mesa de la derecha. Saludé a todos menos a uno (porque por despistado ni me percaté que no le había dicho hola). Dado que era barra libre y la entrada había sido un tanto cara, me dispuse a empezar el consumo etílico.

Pasó el tiempo y al notar que no se programaba música que no fuera electrónica, necesitaba refugiarme en algo más y el alcohol parecía la mejor de las opciones. No es que diga que la conversación estuviera aburrida, sino nada más que urgía de algo que me apartara del ritmo «sin alma» que sonaba al fondo estruendosamente.

Me llamó poderosamente la atención una especie de colorante que le ponían a los tragos. «Jugo de travesti», me dijo la agasajada. En una ocasión anterior ella había ido al lugar y unos drag queens les había dado de beber algo semejante. Su sabor no era el óptimo, pero bueno, ya no había nada que hacer aparte que consumir lo que se me ofrecía.

Al rato, se nos unieron más concurrentes y el bar empezó a saturarse de gente. Demasiado pequeño el sitio. Cuando iba por el cuarto relleno del vaso, empecé a sentir que la sustancia surtía un efecto inusual en mí. Estaba demasiado golpeado y no entendía por qué. Digo, en otras ocasiones había tomado muchísimo más y el resultado no había sido tan drástico.

De repente, llegó un mae que va al gimnasio donde yo acudo (por cierto, siempre tuve la corazonada de que no era hetero); Y me descubrí sumamente emocionado por encontrarlo. Lo saludé y lo presenté a quienes me acompañaban; para segundos más tarde recordar que nunca le había hablado con antelación y que ni siquiera el nombre me sabía. Nada mejor que entablar una amistad haciendo gala de dotes de alcohólico, ¿verdad?

A partir de entonces, todo fue de culo. Me descubrí concentrándome en mantenerme de pie más que en cualquier otra cosa. Me alarmé terriblemente al notar que no escuchaba los diálogos que la gente hacía a mi alrededor. Hasta hoy no recuerdo cómo salí de la discoteca.

Esta es la historia de mi primera vez… de juerga en un bar gay. Tomé la determinación de no tomar «jugo de travesti» nunca más en mi vida, porque quiero vivir para contarla (pero sobre todo evitarme vomitar hasta el hígado a causa de las mezclas etílicas en esa clase de local). Ya intenté hacer un acto de mea culpa con los conocidos que allí estaban, queda pendiente saber si aceptarán mis disculpas.

En retrospectiva, se vuelve evidente cómo, al igual que en muchas otras circunstancias, la primera vez no es necesariamente la mejor experiencia.

5 comentarios:

U.A.S dijo...

Jajaja, la primera vez siempre es rara. Peor si uno está hasta las chanclas, pero me doy cuenta de más bien suena como " la primera vez en un bar"... No hay referencias a maes echándole los perros ni drag queens bailándole en la pierna (me sentí ultrajado esa vez)...

Par mi cumple lo veo ahí!!!

Evicted Aussie dijo...

«Mi primera vez en un bar gay hasta el culo» sería el título más apropiado.

En realidad desconozco si hubo maes echándome los perros. Soy demasiado despistado para eso (la verdad no sé cómo es la forma de matizar de los gays) y si le sumo el exceso de alcohol en la sangre, pues de ninguna manera lo hubiera notado.

Sobre los travestis, creo haber visto unos (¿o unas?)... ¿o eran las viejas de la despedida de soltera?

Si me invita al cumpleaños, tal vez vaya, pero tiene que ser en un bar donde pongan más que electrónica, ¡POR FAVOR!

Marcela Matamoros dijo...

Digame malpensada pero a la mitad del relato ya me estaba asustando...mas por el titulo del post, jaja.
Di si, dicen que hay una primera vez para todo pero el precio a veces es alto. Por lo menos ya no le cuentan :)

Evicted Aussie dijo...

Mujer de maíz: El semestre pasado llevé un curso en la U que se llamaba «Relaciones con los medios de comunicación masiva». Aunque estuvo pasable, lo que más aprendí fue que para que la gente lea los comunicados de uno, éstos deben tener un doble sentido y un tanto de morbo en los titulares. Así, se atraerá la atención del lector...

Como que me sirvió la jugada, ¿le parece? ¡Ja, ja, ja!

¡Pura vida por leerme!

Anónimo dijo...

Buajajajaja... mae... hay lugares donde no hay que regresar por salud física y mental