miércoles, 28 de octubre de 2009

Paseo a la playa

Hace biones de años que no escribo nada, lo sé. Desde que me vine a trabajar desde mi casa ya no me suceden cosas tan interesantes como para sentarme a escribirlas.

Pero bueno, este fin de semana hubo una excepción extraordinaria que me ha hecho despertar de nuevo el interés por contarles que pasa conmigo.

Resulta que hacía unos días en el curso de italiano decidimos hacer un paseo a la playa. La verdad es que siempre he sido reacio a aceptar este tipo de invitaciones por acomplejado. Sí, por acomplejado. Toda la vida me he avergonzado de ser muy pálido y por esto que es casi seguro que ante un viaje al mar yo responda con un "te lo agradezco pero no".

La cuestión es que me armé de valor, superé mis temores y me lancé a la aventura. Digo, si uno quiere tener resultados diferentes, hay que intentar cosas distintas. Sin embargo, esto no fue gratuito. Tuve que buscar algún tipo de manta de seguridad (porque perdí mi Singelringen) y no me quedó de otra que ir a comprar ropa. Al final, me hice con un par de pantalonetas nuevas que me van de pelos con unas camisetillas todas bla que tenía por ahí.

Una vez con la seguridad en la maleta, terminé de acomodar las cosas y me fui con toda la intención de vacilar. Y así lo hice. Aunque la gente de la Dante y yo no somos íntimos, logramos congeniar maravillosamente, pasando todos un momento tremedamente chulo de bonito.

Sobre todo me sirvió para darme cuenta que no soy el tipo odioso con quien nadie desea ir de paseo por repugnante y quisquilloso. Además, como bono logré broncearme bastante (más que la mayoría de las veces) por lo que intentaré ir a la piscina que queda cerca de mi casa para mantener un poco el tono de piel y no verme más como espectro del más allá.